lunes, 24 de marzo de 2008

Cuidado con el huracán

Ten cuidado con el huracán. Se ha encrespado, está maduro de vientos y de ganas. Ha arrasado otros territorios y viene en tu busca. Ten cuidado. Tiene todas tus señales: tu dirección, tu código de barras, tu hi5, el día exacto de tu regla, la ubicación de tus neuronas, tu talla de jean y brasier y tu PH corporal.
Cuida tu anatomía. Guarda tu cuerpo. El huracán te busca. No esperará a verte sola en alguna calle de Trujillo. Te cogerá en cualquier momento, despierta, dormida, sonámbula, ebria o drogada. Está furioso y te puede despeinar. Puede ser a las 5 de la tarde o de la madrugada. Mientras tomas coca cola con tu amigo. Cuando camines por Santa al mediodía. Cuando vayas por buñuelos a Huanchaco.
Te puede dejar sin orejas. Se puede colar entre tus piernas y alborotarte toda. Hacerte girar como un trompo y elevarte del suelo. Se puede llevar tus lunares y tus chalazos. Te puede transportar a otra galaxia. En un par de vueltas te puede despachar a la estratosfera.
Por eso, amiga, aférrate bien fuerte a algún poste, a alguna baranda, amárrate con una soga a tu cama con doble vuelta, échate candado y arroja la llave.
Lo han reportado muy cerca. Al oriente de la ciudad ha levantado techos y palmeras; sachavacas y paiches; adolescentes en flor y matronas de aguante. Todas lucen las huellas de su paso en el rostro, en el centro del cuerpo y en el alma. Muchas han quedado ciegas, sordas y mudas.



* Por Lukas Vigo

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